Por Ximena Ortúzar
Desde el inicio del cine y hasta mediados del siglo 20, el rollo de celuloide utilizado para las películas fue el de 35 milímetros, es decir, el rollo que tenía un ancho de 35 milímetros que permitía filmar imágenes de 24 por 18 milímetros, en formato 1.33:1. , mismo que fue utilizado en el cine mudo.
Aunque había otros, en 1909 se decidió adoptar el rollo de 35 milímetros como estándar porque la velocidad de proyección de las películas era de 16 fotogramas por segundo, de manera que el efecto visual logrado con dicho rollo era casi perfecto, tanto en el movimiento de personas como de vehículos y animales.
La llegada del cine sonoro obligó a incluir bandas musicales en las películas mudas, haciendo necesario proyectarlas a 24 imágenes por segundo para asegurar la calidad adecuada del sonido. Dado que dicha calidad no fue óptima, se desarrollaron innumerables técnicas de grabación de sonido en las películas. Una de ellas fue grabar el sonido en el lateral izquierdo del rollo, justo entre el fotograma y las perforaciones de arrastre. Dado que la película estándar seguía siendo la de 35 milímetros hubo que reducir su anchura para la imagen en unos 2.5 milímetros aprovechando el espacio recuperado para insertar la banda sonora. Así, el formato de pantalla resultante en la proyección era casi cuadrado, con una escala de resolución de 1.25:1. , aproximadamente.
Hubo realizadores que experimentaron cambios y por varios años se rodaron y proyectaron películas con distintos tamaños de pantalla, siendo mayoritarias las cuadrangulares. Fue en 1931 cuando los magnates del cine hollywoodense tomaron la decisión de estandarizar el formato de sus películas a 1.37:1 —conocido como aspect ratio de un film—, que fue el mayormente empleado hasta la década de los 50. Se le conoció como formato ASF. Dicho formato consistió en reducir la altura de la imagen, de modo que sus dimensiones fueran de 21 x 15.3 milímetros. Con este formato universal del cine se rodaron y proyectaron todas las películas de la llamada “Época Dorada de Hollywood”.
EL CINE PANORÁMICO
Aunque su nacimiento oficial se registró en 1952 con el nombre de Cinerama, el cine panorámico existía desde los años 30. Ya en 1900 existía la idea de filmar películas para ser proyectadas en enormes pantallas rectangulares, cóncavas e incluso envolventes. Seis años después de la invención del cinematógrafo, el francés Grimoin-Sanson había desarrollado el Cineorama, precursor del Cinerama. Consistía en diez proyectores sincronizados, cuyas proyecciones cubrían una pantalla cilíndrica que literalmente envolvía al público. Los proyectores estaban instalados en una cabina situada en el centro de la sala de proyección, causando un efecto visual extraordinario. Por sus características, este tipo de filmes sólo podían proyectarse bajo carpas circenses, pero fueron prohibidas por las autoridades por razones de seguridad pública dado que el excesivo calor emitido por las rudimentarias linternas de arco eléctrico de la época estuvo a punto de provocar más de un incendio.
Antes de que Hollywood adoptara el formato ASF, diversas compañías y estudios cinematográficos experimentaron con nuevos formatos de pantalla, utilizando principalmente películas de 56,63 y 70 milímetros.
La Gran Depresión, que sumió a los Estados Unidos en la ruina absoluta, impidió el surgimiento del cine panorámico como hoy se le conoce.
Con todo, la Fox logró desarrollar el sistema panorámico Grandeur, que empleaba película de 70 milímetros, probado con La Gran Jornada (The Big Taril, Raoul Walsh, 1930)—primer filme protagonizado por John Wayne— del que se hicieron dos versiones, una en formato ASF o estándar, para su comercialización a gran escala, y otra en Grandeur.
Las complicaciones técnicas derivadas del formato panorámico y la carencia total de salas comerciales equipadas para proyectar cintas rodadas con ese sistema, hicieron que el invento no prosperara.
NACE EL CINERAMA
Se trató de un procedimiento de filmación inventado por Fred Waller, quien lo hizo público mediante un documental titulado “Esto es Cinerama”, producido por Michael Todd. Dicho sistema consistía en filmar utilizando tres cámaras sincronizadas, todas cargadas con celuloide estándar de 35 milímetros, equipadas con objetivos de gran angular. La combinación de los ángulos de las tres cámaras como si fueran una sola, permitía la captación de un espacio visual extraordinario. La película terminada era proyectada por tres proyectores igualmente sincronizados sobre una pantalla rectangular y cóncava gigantesca que contaba con una curvatura de 146 grados, lo cual permitía producir sobre el espectador un efecto definido con “semi-envolvente”. El aspect ratio del cinerama alcanzaba casi la escala 2.59:1.
Mientras la velocidad de proyección normal era de 24 imágenes por segundo, la de Cinerama era de 26, lo cual se lograba haciendo seis perforaciones por fotograma en cada rollo de película de 35 milímetros, a diferencia de los cuatro habituales, con lo cual lo que se conoce como definición de imagen era también muy superior a todo lo visto hasta entonces. A su vez, el sonido correspondía a lo extraordinario de las imágenes. Contaba con siete pistas magnéticas independientes que se grababan en una cuarta película de 35 milímetros, sincronizada a la perfección con los proyectores de imagen.
Cada pista de sonido cubría un área específica con su correspondiente batería de altavoces; cinco tras la inmensa pantalla (canales izquierdo, central izquierdo, central, central derecho y derecho) y las dos restantes en el resto del auditorio, envolviendo el patio de butacas (canales izquierdo surround y derecho surround). Aunque asistir a la proyección de un filme en Cinerama fue considerado una experiencia extraordinaria, el sistema no entusiasmó a los productores.
Los costos fueron considerados exorbitantes incluso por Metro Goldwyn-Mayer y 20th Century-Fox, los estudios más poderosos de Hollywood, que equivale a decir del mundo. También para los exhibidores el Cinerama implicaba una inmensa inversión para adaptar sus salas a un formato de esas dimensiones, además de que para cada proyección se necesitaban cuatro proyeccionistas, tres para cada uno de los proyectores de imagen y uno para el control de sonido.
Otro inconveniente era la inmensa y costosa pantalla curva imprescindible para el Cinerama, no apta para proyección de películas en ASF u otros formatos más convencionales, ya que distorsionaba terriblemente las imágenes.
En cuanto a los directores, la mayoría de ellos –entre los que se contaron los más importantesopinaron que el Cinerama era idóneo sólo para superproducciones épicas pero no apropiado para rodar películas más sencillas e intimistas. John Ford, por ejemplo, sólo trabajó una vez con este formato, cuando le encargaron dirigir el episodio La Guerra Civil del filme La conquista del Oeste (How the West was Won, 1962, producida por Cinerama Releasing Corporation, distribuida por Metro-Goldwin-Mayer y que contó con cuatro directores para cuatro episodios. Ellos fueron- además de Ford- Henry Hathaway, George Marshall y Richard Thorpe. Dado que la imagen proyectada en una pantalla de Cinerama proviene de tres proyectores sincronizados, dicha imagen consta de tres tercios.
Ford se percató de que la proyección de los tres tercios de imagen sobre la pantalla producía entre ellos un mínimo espacio que era visible en forma de rayas verticales. Ford subsanó este problema componiendo el encuadre para lo cual utilizó postes, árboles y diversos objetos que disimulaban en la mayor medida posible las citadas rayas.
La Guerra Civil, de sólo 22 minutos de duración, resultó ser el episodio mejor logrado de La Conquista del Oeste, que fue una de las últimas películas realizadas con el sistema Cinerama que fue el inicio del cine panorámico, le seguiría el Cinemascope.